Lo que empieza mal tendrá que terminar mal. El proceso de elaboración de los criterios de relevancia a incluirse en el HITECH Act tuvo como protagonista principal no a los activistas pro derecho de los pacientes, no a la clase médica ni al propio departamento de salud, estuvo a cargo de una asociación de empresas comerciales dedicadas ha desarrollar y vender, adivinen qué, programas de archivo médico. La información está en "record".
Una de las primeras reglas en adoptarse fue la de establecer que tendría que haber un contrato comercial entre la compañía suplidora y el profesional cubierto, y de un golpe se cerró las puertas a la industria de "free software" (free as in beer) y al movimiento "open source". En segundo lugar los programas de EHR tendrían que certificarse, no ante el gobierno, sino ante la misma industria, que fijó en más de $30,000 tan sólo el papeleo para certificarse.
Muchas voces racionales clamaron durante el proceso pero no han sido escuchadas. La Oficina del Censo de los E.U., quien tiene una de las más potentes super computadoras del planeta descansa gran parte de su trabajo en programas que le resultan gratuitos. La Administración de Veteranos por igual, pero el "open source" bueno para ellos no era bueno para los doctores.
Diversas organizaciones que integran a profesionales de tecnología de información hicieron los cálculos y dijeron imposible, no existen suficentes profesionales diestros, ni pueden adiestrarse en el lapso necesario para que se automaticen todas las oficinas médicas del país, cuestión de pura matemática, pero se estableció el itinerario y esta semana nos dice el HHS que el 47% de los doctores en E. U. no está preparado como debiera.
El objetivo final es bueno, ¿cómo si no se podrían justificar todas estas ocurrencias? Tenemos que adoptarlo, cierto, mientras más pronto mejor, pero hay que entender que la tecnología tiene un límite humano. No puede avanzar más que el tiempo que tardamos las personas en aprender a usarla y asimilarla, si, de una manera significativa. No sólo en este tema, la industria está empujando la humanidad a cambios que abren brechas sociales más peligrosas que los objetivos que adelantan. Nos movemos a la velocidad del lucro en cuestiones en que deberiamos movernos a la velocidad de nuestras posibilidades. Y no hablo del caso del individuo que tiene un teléfono de $500 con $450 en "features" que no sabe utilizar. Hablo de que cuando los japoneses terminen de probar sus robots doctores, no creo que entre ellos organicen un grupo que se llame "Robots sin Fronteras", ustedes me entienden...
Una de las primeras reglas en adoptarse fue la de establecer que tendría que haber un contrato comercial entre la compañía suplidora y el profesional cubierto, y de un golpe se cerró las puertas a la industria de "free software" (free as in beer) y al movimiento "open source". En segundo lugar los programas de EHR tendrían que certificarse, no ante el gobierno, sino ante la misma industria, que fijó en más de $30,000 tan sólo el papeleo para certificarse.
Muchas voces racionales clamaron durante el proceso pero no han sido escuchadas. La Oficina del Censo de los E.U., quien tiene una de las más potentes super computadoras del planeta descansa gran parte de su trabajo en programas que le resultan gratuitos. La Administración de Veteranos por igual, pero el "open source" bueno para ellos no era bueno para los doctores.
Diversas organizaciones que integran a profesionales de tecnología de información hicieron los cálculos y dijeron imposible, no existen suficentes profesionales diestros, ni pueden adiestrarse en el lapso necesario para que se automaticen todas las oficinas médicas del país, cuestión de pura matemática, pero se estableció el itinerario y esta semana nos dice el HHS que el 47% de los doctores en E. U. no está preparado como debiera.
El objetivo final es bueno, ¿cómo si no se podrían justificar todas estas ocurrencias? Tenemos que adoptarlo, cierto, mientras más pronto mejor, pero hay que entender que la tecnología tiene un límite humano. No puede avanzar más que el tiempo que tardamos las personas en aprender a usarla y asimilarla, si, de una manera significativa. No sólo en este tema, la industria está empujando la humanidad a cambios que abren brechas sociales más peligrosas que los objetivos que adelantan. Nos movemos a la velocidad del lucro en cuestiones en que deberiamos movernos a la velocidad de nuestras posibilidades. Y no hablo del caso del individuo que tiene un teléfono de $500 con $450 en "features" que no sabe utilizar. Hablo de que cuando los japoneses terminen de probar sus robots doctores, no creo que entre ellos organicen un grupo que se llame "Robots sin Fronteras", ustedes me entienden...